Sistema Electoral

Sistema Electoral

Sistema electoral panameño: sus debilidades

Escribe Abdiel Augusto Patiño I. lo siguiente:

“El cúmulo de procesos de impugnación que el Tribunal Electoral ha tenido que resolver este año debe ser aprovechado como fundamento para una discusión seria sobre la estructuración de nuestros sistema electoral, especialmente en lo relativo a la elección de los diputados de la República, sin menospreciar el hecho de que se requiere atacar con mayor vehemencia, penalmente hablando, la utilización de recursos del Estado para beneficio particular en un proceso de elección popular.

Las debilidades del sistema han quedado más que evidentes, no solo por el hecho de que un presidente en funciones haya violentado flagrantemente el artículo 136 de la Constitución Nacional, al hacerle campaña abierta al candidato oficialista y sus copartidarios postulados para algunas curules legislativas y alcaldías, sin que hasta la postre le haya sucedido nada. ¿Será que dicho delito prescribió por ahora ser expresidente? Sino que las debilidades han quedado expuestas en los proceso de impugnación, donde han resultado anulados ciertos resultados, sin que se visualice un proceso penal contra aquellos señalados por utilizar bienes del Estado para hacer campaña electoral, aunado al hecho de que sin impedimento alguno han podido competir y resultar electos en unas elecciones meramente parciales, cuando debieron haber sido anuladas en su totalidad, no en algunas mesas. Debilidades claras de la legislación electoral.

Evidentemente es necesario llegar a las raíces de nuestro sistema electoral y reformarlo, y esto parte desde la Constitución Nacional. Es cierto que se pueden lograr importantes y trascendentales cambios a través de la legislación electoral, partiendo de la modificación del método de elección de los diputado, que sigue atentando contra la voluntad popular y el derecho a elegir libremente, particularmente en los circuitos plurinominales; sin embargo, mientras a nivel constitucional no se logre una real separación de los poderes del Estado y se acabe con la reelección eterna a ciertos cargos de elección popular, lo que se logre a través de la Ley Electoral no surtirá el nivel de efecto de cambio que el sistema requiere.

Es imprescindible que en la Comisión de Reformas Electorales, a convocarse el próximo año, los actores sociales se presenten con una lista bien clara de las inconsistencias que se deben atender y resolver. Ya hay un compromiso político de aprobar la propuesta de reformas que engavetó el Gobierno pasado en pos de su interés de control total sobre todo poder del Estado, pero aquello no será suficiente.

La Ley Electoral debe garantizar certeza de castigo contra quienes la violenten y respeto al derecho de elegir libremente. Se trata de tareas pendientes que no pueden postergarse, de un esfuerzo serio por fortalecer la institucionalidad democrática, porque por más que la sociedad se indigne y asegure que quiere gente decente en los cargos de elección popular, esto no tendrá trascendencia alguna mientras las instituciones sean débiles.”

“Voto en plancha”

El ‘voto en plancha’, como se le denomina en Panamá o por listados electorales, es absolutamente democrático cuando concurren dos hechos: que la circunscripción electoral sea plurinominal y que la Constitución y las leyes electorales consagren un sistema de representación proporcional.

Estos dos aspectos están consagrados en la Constitución y en la Ley Electoral de la República. El artículo 147 de nuestra Constitución Nacional prescribe que la Asamblea Nacional se compondrá de setenta y un diputados que resulten elegidos en circuitos uninominales y plurinominales garantizándose el principio de representación proporcional.

Los Estados que garantizan un sistema de representación proporcional, adoptan una variedad de sistemas electorales donde los candidatos son postulados a través de listas cerradas y bloqueadas, donde el elector solo puede votar en bloque por listas únicas, listas cerradas no bloqueadas, donde se le brinda al elector la oportunidad de alterar la disposición de los candidatos en la lista del partido, dejando en sus manos la decisión de quién debe representar al partido votando por la lista entera o por un candidato en particular y listas abiertas donde se le ofrece al elector la oportunidad de elegir candidatos de listas diferentes, conformando así su propia lista.

En los sistemas de representación proporcional, la determinación de curules se obtiene de la aplicación de diversas fórmulas matemáticas, D’Hondt, Saint-Laguë, Droop que tienen mucha importancia a la hora de convertir votos en escaños.

En la mayoría de los sistemas de representación proporcional en el mundo, se vota por listas cerradas, en que el orden de los candidatos está determinado por los partidos políticos y los electores no pueden expresar su preferencia por alguno de ellos en particular. Ello es así porque todas las democracias consideran que los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y expresión de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política y el ejercicio de la democracia.

También existen sólidas democracias que no adoptan el principio de la representación proporcional y donde todas las circunscripciones electorales son uninominales y solo se elige un candidato a una o dos vueltas. Sociológicamente este sistema está ligado al bipartidismo.

De estos principios fundamentales se desprende que es perfectamente democrático permitirle al elector votar por el fortalecimiento de un partido a través de listas cerradas como también lo es la personalización de su voto en un solo candidato.

Antes de la controversial Ley 54 del año 2012 que reformó el Código Electoral, los diputados de la Asamblea Nacional eran elegidos en circuitos uninominales por mayoría simple y en circuitos plurinominales por sistemas de cocientes y residuos a través de listas bloqueadas no cerradas que le permitían al elector votar por toda la nómina de un partido o por un solo candidato en particular. Al aplicar, en los circuitos plurinominales, el principio de ‘un hombre, un voto’ se desnaturalizó el escrutinio proporcional plurinominal y se cercenó el derecho que siempre había tenido el elector de favorecer a su criterio un partido o un individuo, creando por añadidura un sistema híbrido que transgredió las normas y prácticas políticas de los sistemas electorales democráticos.

Debemos reconocer que en Panamá, el régimen de representación proporcional y el sistema de adjudicación de curules siempre ha favorecido a los partidos con vocación mayoritaria, aunque el sistema de cuocientes y residuos pretenda realizar un balance a favor del derecho de las minorías.

Si bien la democracia se surte de la voluntad del mayor número de personas como fuente genuina de derechos no es menos cierto que las orientaciones modernas intentan conciliar el poder de las mayorías con el compromiso constitucional de salvaguardar los derechos intangibles de las minorías.

Como se avecinan reformas electorales que pretenden reintroducir el sano y democrático principio del voto en plancha, es de esperar que no se trunque la voluntad popular añadiendo nuevas restricciones a la manera alambicada como tradicionalmente se atribuyen las curules. Este país necesita de partidos a vocación mayoritaria y no partiduchos que nacen y desaparecen en cada comicio electoral.

Ley Electoral

Guillermo Rolla Pimentel escribe:

“Los partidos políticos están en crisis en todo el continente y con ellos todo el sistema electoral y gubernamental. Causa central de esta crisis: ‘la mercantilización, la explotación y uso económico de la política’ (así como también ha desvirtuado la ciencia y las artes).

Hoy, para ‘hacer política’, hace falta mucho dinero: encuestas, publicidad, transporte, licor, periodistas, compra de inscripciones y votos. Esta inversión, las deudas, los compromisos adquiridos, traen como consecuencia la necesidad de rescatar fondos para compensar o pagar esos gastos. Y por otra parte, el Estado despilfarrando el dinero de los contribuyentes en propaganda y pretendiendo comprar conciencias. Allí nace la corrupción, los intereses personales, los negocios, comisiones, los favores, la manipulación, las presiones y la influencia de banqueros, economistas, empresarios e intermediarios.

Entonces surge la desconexión de las bases y su realidad, la desideologización y en el gobierno burocracia e ineficiencia. La democracia del pueblo se transforma en ‘dólarcracia’. El que más dinero pone, más opciones tiene de ganar. Han logrado poner las decisiones en el área de la publicidad y no de las ideas y programas.

Para la participación real del electorado, ser consecuente con las ideas de cada partido y lograr la eficiencia de sus miembros, hay que ampliar las oportunidades y eliminar la influencia exclusiva del dinero como elemento de decisión política. Además, los donantes y candidatos ricos no tendrían necesidad de tantos gastos. La responsabilidad del neoliberalismo, que ha dirigido el mundo y que ha culminado en su propio fracaso, debe ordenar con cierta equidad lo económico y superar la anarquía, y civilizarse con una regulación de leyes, inclusive la electoral.

Entregar solo un fondo electoral a los partidos quedará incompleto y no cumplirá su objetivo, si además no existe un estricto, uniforme y amplio control, regulación y reglamentación de los gastos y acciones electorales de los partidos y candidatos. El aporte del Tribunal a los partidos, debería invertirse más bien en este procedimiento. Siendo el gasto y los controles iguales, es democrático y sujetándose todos voluntariamente a un nivel de gastos y acciones, la libertad es igual, nivel que nadie podrá sobrepasar.

Igualmente, lo que se comunica al electorado, debe ser autorizado por el Tribunal: Publicar solo la verdad, los currículums y las realizaciones de los candidatos, sus proyectos y programas con factibilidad para impedir el engaño y la demagogia.

Esto es difícil, algunos los calificarán de utópico y se opondrán, sobre todo los que hacen política con y por dinero. Pero es mucho más justo y libre de lo que hoy tenemos. De lo contrario, la crisis de los partidos se profundizará y tendremos como consecuencia que grupos, que no son partidos políticos, reemplacen el actual tipo de democracia, como: militares, narcodelincuentes o que nuevos ‘ismos’ reorienten y distorsionen la política.

Estos métodos no son nuevos ni imprácticos. En los países nórdicos, y Suiza, se aplica en algunas formas y los panameños por autoestima no podemos aceptar que no somos capaces también de hacerlo.

Los partidos, la política y el país deben tomar esto en cuenta, mañana puede ser tarde.

Estas propuestas se han hecho llegar de forma certificada al Tribunal Electoral desde hace varios años y periodos electorales. Lamentablemente, el sistema de los partidos y el mismo Tribunal no las han considerado integralmente y solo tímidamente tocan algunos aspectos. Ahora en este periodo postelectoral, en que se dieron insólitos abusos e ilegalidades es el momento de unificar criterios y encausar la política y las elecciones por una rumbo moderno y democrático.”

Reformas electorales

Los partidos políticos están en crisis en todo el continente y con ellos todo el sistema electoral y gubernamental. Causa central de esta crisis: ‘la mercantilización, la explotación y uso económico de la política’… Hoy, para hacer ‘política’ electoral, hace falta mucho dinero: encuestas, publicidad, transporte, licor, periodistas, compra de inscripciones y votos. Esta inversión, las deudas, los compromisos adquiridos traen como consecuencia la necesidad de rescatar fondos para compensar o pagar esos gastos. Y por otra parte, el Estado despilfarrando el dinero de los contribuyentes en propaganda y pretendiendo comprar conciencias, concluyo que allí nace la corrupción, los intereses personales, los negocios, comisiones, los favores, la manipulación, las presiones y la influencia del mundo de malos banqueros, economistas, empresarios e intermediarios.

Entonces surge la desconexión de las bases y su realidad, la desideologización (modernización) y en el gobierno burocracia e ineficiencia. La democracia del pueblo se transforma en una dólar-cracia. El que más dinero pone, más opciones tiene de ganar. Han logrado poner las decisiones en el área de la publicidad, las encuestas, sondeos y no de lealtad a las ideas y programas, capacidades, trayectorias, experiencia… y honestidades.

Para la participación real del electorado, ser consecuente con las ideas de cada partido y lograr la eficiencia de sus miembros, hay que ampliar las oportunidades, crear en el electorado una cultura cívica, ética práctica, responsabilidad y dignidad; eliminar la influencia exclusiva del dinero como elemento de decisión política, el amiguismo, el clientelismo la agencia de empleo como gancho de los votos. Además, los donantes y candidatos ricos no tendrían necesidad de tantos gastos. Muchos empresarios en vez de superarse como productores con eficacia y tecnología prefieren comprar compromisos, como tráfico de influencias. Algunos pasan por ‘congos’ y son ingenuamente explotados. Otros invierten en varios candidatos para garantizar su ‘palanca’, conseguir contratos, licitaciones, compras directas, asesorías.

Las partidas del Tribunal Electoral (TE) a los partidos políticos deben ser exclusivamente para informar al electorado de los méritos, valores y programas de los candidatos. A todos por igual, eso sería democrático con equidad, y sujetándose todos voluntariamente a un nivel de gastos y acciones, la libertad es igual para todos. De esa manera, lo que se comunica al electorado, debe ser autorizado por el Tribunal: Publicar sólo la verdad, los currículum y las realizaciones de los candidatos, sus proyectos y programas con factibilidad para impedir el engaño y la demagogia.

Esto es difícil, algunos los calificarán de utópico y se opondrán, sobre todo los que hacen política con y por dinero. Pero es mucho más justo y libre de lo que hoy tenemos. De lo contrario, la crisis de los partidos se profundizará y tendremos como consecuencia que grupos militares, narco-delincuentes o algún tipo de dictadura vuelvan a manchar nuestra historia.

Estos métodos no son nuevos ni imprácticos. En los países nórdicos y Suiza se aplica en algunas formas y los panameños por autoestima no podemos aceptar que no somos capaces también de hacerlo. Estas propuestas se han hecho llegar en forma certificada al TE, desde hace varios años y periodos electorales. Lamentablemente, el sistema de los partidos y el mismo Tribunal no los han considerado integralmente y solo tímidamente tocan algunos aspectos.

4 thoughts on “Sistema Electoral”

  1. Corresponderá a las grandes mayorías electorales y aspirantes a candidatos que pertenezcan a las bases ciudadanas, los que continúen exigiendo ‘cambios’ en la Ley Electoral que le permitan a la población dignamente elevar el proceso electoral a nivele superiores de cultura política y auténtica democracia del pueblo y verdadera libertad para elegir y ser elegido.

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  2. Se trata de una cultura política muy asentada que permea, incluso, a la población y por ello no son extraños los resultados de los comicios donde los impugnados repiten el triunfo electoral. En todo esto, de la índole del sistema político y del modelo electoral, hay mucho de deformación intencionada. De hecho, con las reparticiones de pingües beneficios que llevan a cabo los candidatos, principalmente los que ya ocupan los cargos, y cuya reelección logran con los recursos del Estado, el clientelismo presiona en los juicios de valor que pesan significativamente en la voluntad del votante. Sea por ‘agradecimiento’, o por espera de nuevas contribuciones, u otra razón, lo cierto es que el uso de los dineros públicos y el mismo clientelismo actúan sobre las mentes ciudadanas, las absorbe en una dirección que determina, o mínimamente influye, sobre el triunfo electoral. De esta realidad no hay ignorancia en el Tribunal Electoral.

    En el caso de las diputaciones, en las que más ampliamente se ha institucionalizado ese clientelismo, poco importa el trabajo realmente legislativo, importa más bien el repartimiento de bolsas de comidas, materiales de construcción, línea blanca, becas, efectivo, en fin. Sabiendo esto, la mortificación del diputado no está en presentar buenos anteproyectos de leyes, sino en cómo recibe las partidas para incursionar en las comunidades y, de paso, incrementar salario con esas mismas partidas. Pero más aún, si no lo hace la población sanciona, imputa que ‘no se hace nada’.

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  3. La responsabilidad del neoliberalismo imperante, que ha dirigido el mundo y que ha culminado en su propio fracaso, debería ordenar y superar la anarquía; civilizarse con una regulación de leyes que protejan a todos los inversionistas ante el salvajismo electoral. No solo sería necesario informar de los aportes electorales a las campañas, sino prohibir las donaciones a los partidos en las campañas como prevención básica contra la corrupción.

    Entregar solo un fondo estatal electoral a los partidos quedaría incompleto y no cumplirá su objetivo, si además no existe un estricto, uniforme y amplio control, regulación y reglamentación de los gastos y acciones electorales de los partidos y candidatos.

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  4. Considero que la población de a pie no comprende del todo la filosofía detrás del “Voto en plancha” o el porqué de los circuitos plurinominales, etc. Las personas votan por los candidatos de forma individual, más que por los partidos. Al menos es mi percepción.
    En cuanto a los límites de dinero para hacer campaña, si me parece que nuestro sistema es deficiente, aunque la última reforma incluye modificaciones al respecto. Soy del interior del país, y el simple hecho de que los diputados de turno sean, además de los mismos de siempre, grandes empresarios locales, con la capacidad de presencia omnisciente a través de medios de comunicación, pancartas, etc., hace bastante difícil que candidatos alternativos tengan oportunidad, a no ser que inviertan grandes sumas de dinero.
    Por supuesto, la cultura en cuanto informarse adecuadamente antes de votar, también es un factor, pero, pero esto es otro asunto.

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